Olvidar el viejo yo, se dijo un día.
Mudar de agujero, de ropa, de Yo
Quemar un gamulán, aunque venga el invierno
Desnudar el esqueleto y dejarlo sonar, en un ritmico golpeteo
Como un llamador de ángeles, hecho de huesos,
Como el TOC TOC de la infancia, madera haciendo sonidos nuevos
Y se mudó de vida, de agujero, de ropa
Se mudó de Yo
Quemó los gamulanes aunque ya venía el invierno
Desnudó el esqueleto y lo dejó sonar
Colgado en la ventana, como un llamador de ángeles, pero de huesos
Se sentó en la vieja mecedora de la abuela y cerró los ojos
TOC TOC de huesos chocando por la brisa
Se levantó y pegó un músculo acá, un cartílago allá.
Se sentó otra vez y al rato pegó los músculos de la espalda y los de las piernas.
Los tensó bien, como cuerdas de una ballesta, para que fueran fuertes y firmes,
para correr y sostener lo que fuera necesario.
Le puso arterias y venas. Y nervios, que fueran muy sensibles.
Y descansó unos días (o fueron años?)
TOC-TOC
Dejó de mecerse y le puso la nueva vieja piel.
Tenia algunas cicatrices y manchas de sol, pero relucía distinto.
Le devolvió los ojos verdes y grandes, que miraban más lejos
Y le improvisó una boca que pudiera besar y sonreir
Se siguió meciendo, y los oídos recién estrenados percibían la madera, el viento y el canto de los sueños.
TOC TOC
Y fue el turno de los órganos.
Pulmones de cálido aliento, corazón de sangre muy roja
Cerebro de claras ideas, útero de fértil amor.
Una brisa más, y dejó de acunarse
TOC TOC
Se desperezó y salió a estrenarse.
lunes, 21 de diciembre de 2009
jueves, 20 de agosto de 2009
Acá ta
Crónicas de Embarazarnia
Duración prevista: nueve meses
Contenido: fuerte contenido hormonal (no apto para gente sensible)
Posibles efectos: náuseas, vómitos, llanto incontrolable, aumento progresivo de peso, a predominio abdominal. Si es hombre, posible aversión a las mujeres. Si es mujer, no olvide su píldora
He dicho. Carajo
Duración prevista: nueve meses
Contenido: fuerte contenido hormonal (no apto para gente sensible)
Posibles efectos: náuseas, vómitos, llanto incontrolable, aumento progresivo de peso, a predominio abdominal. Si es hombre, posible aversión a las mujeres. Si es mujer, no olvide su píldora
He dicho. Carajo
Puntito
Todo empezó hace unos diez días, o debería decir que empezó algunos meses atrás, la idea tomando forma en mi mente. El deseo, más bien. Mi ex-terapeuta decía: cuando el deseo existe, busca la forma de concretarse, aunque lo niegues. Va, viene, busca, se equivoca, retrocede, vuelve a intentar, hasta que finalmente se materializa, aunque ni te hayas enterado de que estaba ahí. Tal vez tenía razón...
En cualquier caso, lo que sí empezó hace unos diez días fue mi atraso menstrual. Cuando el dentífrico me pareció nauseabundo, decidí que iba a tener que pasar por la farmacia en algún momento del día.
Decidí no compartir ese momento con nadie, era mío, íntimo, sagrado e intransferible. Y esperé pacientemente (de verdad!) el resultado del test. Sonreía mientras preparaba el mate y esperaba que las dos rayitas aparecieran en el baño. La pava al fuego... (cómo se lo digo al padre?)... vaciar el mate (debe ser positivo, me da náuseas el olor a yerba de ayer. Tengo que acordarme de vaciar el mate cuando lo termino de usar!)... lavar el mate (voy a tener que aguantarme hasta la noche, no da que le diga por teléfono)... poner la yerba, sacarle el polvo, que quede en pendiente (si lo voy a buscar al laburo, se va a dar cuenta apenas me vea)... hacer el agujerito para la yerba (me voy a comer los codos hasta la noche!)... shhhhiiiiii (ya está el agua. Tengo que volver a tomar el ácido fólico!)... poner el agua en el termo, cerrarlo (ya debe estar, me olvidé de mirar qué hora era cuando puse la tirita en el pis)
Y estaban las dos, la rayita de control, rosa intenso; la mía, más bien pálida.
De ahí en más, es otra historia.
Realmente es "otra" historia. La de mi nuevo yo, y la de mi hijo/a.
Por ahora, le vamos a decir "puntito" (o wakapuntito, como le puso Mae), porque así se ve en la ecografía por ahora.
Tal vez esta "otra historia" merezca otro blog. Luego les aviso el nombre.
He dicho. Carajo.
En cualquier caso, lo que sí empezó hace unos diez días fue mi atraso menstrual. Cuando el dentífrico me pareció nauseabundo, decidí que iba a tener que pasar por la farmacia en algún momento del día.
Decidí no compartir ese momento con nadie, era mío, íntimo, sagrado e intransferible. Y esperé pacientemente (de verdad!) el resultado del test. Sonreía mientras preparaba el mate y esperaba que las dos rayitas aparecieran en el baño. La pava al fuego... (cómo se lo digo al padre?)... vaciar el mate (debe ser positivo, me da náuseas el olor a yerba de ayer. Tengo que acordarme de vaciar el mate cuando lo termino de usar!)... lavar el mate (voy a tener que aguantarme hasta la noche, no da que le diga por teléfono)... poner la yerba, sacarle el polvo, que quede en pendiente (si lo voy a buscar al laburo, se va a dar cuenta apenas me vea)... hacer el agujerito para la yerba (me voy a comer los codos hasta la noche!)... shhhhiiiiii (ya está el agua. Tengo que volver a tomar el ácido fólico!)... poner el agua en el termo, cerrarlo (ya debe estar, me olvidé de mirar qué hora era cuando puse la tirita en el pis)
Y estaban las dos, la rayita de control, rosa intenso; la mía, más bien pálida.
De ahí en más, es otra historia.
Realmente es "otra" historia. La de mi nuevo yo, y la de mi hijo/a.
Por ahora, le vamos a decir "puntito" (o wakapuntito, como le puso Mae), porque así se ve en la ecografía por ahora.
Tal vez esta "otra historia" merezca otro blog. Luego les aviso el nombre.
He dicho. Carajo.
martes, 11 de agosto de 2009
lunes, 13 de julio de 2009
Aunque me prometí no hacerlo...
Me resisto a ser una más de los que inundan la web (y achicharran nuestros cerebros) con boludeces sobre la Gripe A, pero si no lo digo, reviento:
1) 37.5ºC NO es fiebre. (Paciente: Así que para Ud. 37.5 no es fiebre? Doctora: Para mí, no. Y para la Medicina, tampoco)
2) Ningún médico puede "prevenir" una gripe. Si usted tiene un resfrío común y pedorro, resígnese, es tan solo eso. Su médico no es tan omnipotente como para transformarlo en Gripe A (aunque tratándose de Ud., le encantaría poder hacerlo). No consulte "por prevención".
3) El sistema no está colapsado por la enfermedad, está colapsado por el miedo. Use su criterio, y no consulte por cosas por las que nunca antes lo hubiera hecho.
Sólo por unos días, deje de ver los noticieros y dedíquese a algún culebrón siestero. Si alguien se le ríe por ésto, dígale que es lo que recetó el doctor.
He dicho. Carajo
1) 37.5ºC NO es fiebre. (Paciente: Así que para Ud. 37.5 no es fiebre? Doctora: Para mí, no. Y para la Medicina, tampoco)
2) Ningún médico puede "prevenir" una gripe. Si usted tiene un resfrío común y pedorro, resígnese, es tan solo eso. Su médico no es tan omnipotente como para transformarlo en Gripe A (aunque tratándose de Ud., le encantaría poder hacerlo). No consulte "por prevención".
3) El sistema no está colapsado por la enfermedad, está colapsado por el miedo. Use su criterio, y no consulte por cosas por las que nunca antes lo hubiera hecho.
Sólo por unos días, deje de ver los noticieros y dedíquese a algún culebrón siestero. Si alguien se le ríe por ésto, dígale que es lo que recetó el doctor.
He dicho. Carajo
jueves, 25 de junio de 2009
El globo rojo
Alejo había pasado todo el domingo viendo tele. Sus domingos eran lentos y pegajosos, y por suerte, en su familia nadie le restringía las horas de televisión, ni los programas que veía. Eran domingos blanco y negro, como la película que había mirado ayer. Su madre siempre decía que era raro que un niño pequeño mirara películas viejas, en lugar de dibujos animados de última generación. Era otra de las “rarezas” de su hijo.
“El globo rojo” se llamaba la de ayer, aunque el globo se veía de un color gris plata. El chico en la pantalla se elevaba sobre los techos del pueblo, agarrado de un piolín deshilachado e inverosímil ante los ojos de Alejo, unos ojos desbordados de melancolía y madurez temprana. Unos ojos que transgredían su mundo de paredes descascaradas, cables enredados, smog y perros revolviendo la basura, en busca de matices y color. La idea de volar, de ver el mundo por encima, lo deslumbró.
Ese día, al volver de la escuela, fue directo al fondo de la casa y trepó a través de una serie de resaltos en la pared del asador, hasta llegar al techo. Unos gatos que se hacían arrumacos sobre la chapa lo miraron sorprendidos y se perdieron ágilmente por los techos vecinos.
Se acercó al borde, exhalando vapor por la boca y restregándose las manos una contra otra. Infló el único globo que había conseguido en el almacén de la vuelta, hasta que estuvo tenso. Le ató una lana verde que había conseguido en el costurero de su mamá, y saltó. Rápido, directo, sin carrera, todo adrenalina, todo fe.
………
La caída. El grito. El hospital. Su oportunidad perdida de huir volando crispaba más su carita que el dolor de la pierna fracturada. Le prometió a su madre que nunca más lo intentaría. En tanto, con los dientes apretados, pensaba cómo conseguir un globo más grande. Y esta vez, rojo.
“El globo rojo” se llamaba la de ayer, aunque el globo se veía de un color gris plata. El chico en la pantalla se elevaba sobre los techos del pueblo, agarrado de un piolín deshilachado e inverosímil ante los ojos de Alejo, unos ojos desbordados de melancolía y madurez temprana. Unos ojos que transgredían su mundo de paredes descascaradas, cables enredados, smog y perros revolviendo la basura, en busca de matices y color. La idea de volar, de ver el mundo por encima, lo deslumbró.
Ese día, al volver de la escuela, fue directo al fondo de la casa y trepó a través de una serie de resaltos en la pared del asador, hasta llegar al techo. Unos gatos que se hacían arrumacos sobre la chapa lo miraron sorprendidos y se perdieron ágilmente por los techos vecinos.
Se acercó al borde, exhalando vapor por la boca y restregándose las manos una contra otra. Infló el único globo que había conseguido en el almacén de la vuelta, hasta que estuvo tenso. Le ató una lana verde que había conseguido en el costurero de su mamá, y saltó. Rápido, directo, sin carrera, todo adrenalina, todo fe.
………
La caída. El grito. El hospital. Su oportunidad perdida de huir volando crispaba más su carita que el dolor de la pierna fracturada. Le prometió a su madre que nunca más lo intentaría. En tanto, con los dientes apretados, pensaba cómo conseguir un globo más grande. Y esta vez, rojo.
miércoles, 18 de marzo de 2009
Cerrado por vacaciones...
y por posibles refacciones.
Voló el fondo anterior, y el que tiene ahora es interino. Me encantaban los lotos de antes, pero no se veía el texto con explorer. Creo que era una protesta de blogger por ponerle un template trucho. O tal vez no le gustaban los lotos. O lo que yo escribo...
En fin, como tampoco tengo ganas de escribir, me voy a dedicar a re diseñar el blog mientras decido si lo cierro o sigo usándolo como terapeuta.
Va a ser como remodelar la casa, o al menos, pintarle una habitación. O limpiar un cajón lleno de cachivaches.
Ahora que lo pienso, este blog sigue pareciéndose a mi propia vida. Y esa, también está en remodelación. Estoy viendo si le pongo venecitas, le pinto un mural psicodélico, o le cuelgo un cunero con música de "Babies Go" de los Redondos.
Voló el fondo anterior, y el que tiene ahora es interino. Me encantaban los lotos de antes, pero no se veía el texto con explorer. Creo que era una protesta de blogger por ponerle un template trucho. O tal vez no le gustaban los lotos. O lo que yo escribo...
En fin, como tampoco tengo ganas de escribir, me voy a dedicar a re diseñar el blog mientras decido si lo cierro o sigo usándolo como terapeuta.
Va a ser como remodelar la casa, o al menos, pintarle una habitación. O limpiar un cajón lleno de cachivaches.
Ahora que lo pienso, este blog sigue pareciéndose a mi propia vida. Y esa, también está en remodelación. Estoy viendo si le pongo venecitas, le pinto un mural psicodélico, o le cuelgo un cunero con música de "Babies Go" de los Redondos.
viernes, 9 de enero de 2009
La bestia
La presa aún estaba caliente. Lo sentía en sus encías, mientras los colmillos se hundían hasta el hueso. Lo sentía en la sangre que se le escurría entre los dientes y después impregnaba la tierra en un manchón oscuro que luego sería un charco putrefacto. Sólo dos actividades preocupaban sus sentidos: desgarrar su presa y evitar que se la quiten. Sus ojos agudos miraban recelosamente en la negrura, atisbando la aparición de otros ojos hambrientos. Las orejas erguidas, trataban de acallar los golpes del corazón estallando a latidos en las sienes, descontrolados por el esfuerzo físico y la euforia de la caza. No era momento para relajarse. Nada peor que luchar contra un rival menos cansado y más hambriento.
Siguió devorando concienzudamente, mientras se aquietaba su respiración. Ya saciado su apetito, sólo lamía los tejidos deshilachados, empujando con el hocico los restos de lo que antes había sido un ser vivo y ahora era una masa informe de pelos ensangrentados y vísceras rotas.
De pronto, una brisa con olor a bestia lo alertó. Se paró con las cuatro patas defendiendo su presa mientras un escalofrío de miedo y furia le erizaba los pelos del dorso. Y se dispuso a repeler el ataque.
Entonces se despertó, con un gruñido feroz escapando de su garganta humana. Se incorporó hasta sentarse al borde de su cama de sábanas de 200 hilos, con flores amarillas. Reconoció sus pies sin garras mientras los enfundaba en las pantuflas de cuero marrón que le habían regalado la Navidad pasada. Caminó hasta el baño mientras recuperaba el aliento y pensaba en el extraño sueño. Se cepilló los dientes durante largo rato, y usó varias dosis extra de enjuague bucal. Aún le parecía saborear la sangre y el acre olor a intestino roto le inundaba la nariz.
Mientras se anudaba la corbata recordó que el día anterior había pasado 30 minutos seleccionando la ropa que se acababa de poner. Antes de salir, maletín de cuero lustroso en mano, echó un vistazo final a su departamento de soltero de treinta y tantos, medianamente exitoso y felizmente adaptado a los tiempos actuales.
Cerró los ojos y el sueño acudió a su retina. Una inefable sensación de poder lo invadió con el recuerdo de la bestia. Se afirmó bien en sus dos piernas, salió cerrando la puerta con energía y se dirigió a la reunión de la que dependía su ascenso a personal jerárquico de la empresa.
Siguió devorando concienzudamente, mientras se aquietaba su respiración. Ya saciado su apetito, sólo lamía los tejidos deshilachados, empujando con el hocico los restos de lo que antes había sido un ser vivo y ahora era una masa informe de pelos ensangrentados y vísceras rotas.
De pronto, una brisa con olor a bestia lo alertó. Se paró con las cuatro patas defendiendo su presa mientras un escalofrío de miedo y furia le erizaba los pelos del dorso. Y se dispuso a repeler el ataque.
Entonces se despertó, con un gruñido feroz escapando de su garganta humana. Se incorporó hasta sentarse al borde de su cama de sábanas de 200 hilos, con flores amarillas. Reconoció sus pies sin garras mientras los enfundaba en las pantuflas de cuero marrón que le habían regalado la Navidad pasada. Caminó hasta el baño mientras recuperaba el aliento y pensaba en el extraño sueño. Se cepilló los dientes durante largo rato, y usó varias dosis extra de enjuague bucal. Aún le parecía saborear la sangre y el acre olor a intestino roto le inundaba la nariz.
Mientras se anudaba la corbata recordó que el día anterior había pasado 30 minutos seleccionando la ropa que se acababa de poner. Antes de salir, maletín de cuero lustroso en mano, echó un vistazo final a su departamento de soltero de treinta y tantos, medianamente exitoso y felizmente adaptado a los tiempos actuales.
Cerró los ojos y el sueño acudió a su retina. Una inefable sensación de poder lo invadió con el recuerdo de la bestia. Se afirmó bien en sus dos piernas, salió cerrando la puerta con energía y se dirigió a la reunión de la que dependía su ascenso a personal jerárquico de la empresa.
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