lunes, 21 de diciembre de 2009

Nacer de nuevo

Olvidar el viejo yo, se dijo un día.
Mudar de agujero, de ropa, de Yo
Quemar un gamulán, aunque venga el invierno
Desnudar el esqueleto y dejarlo sonar, en un ritmico golpeteo
Como un llamador de ángeles, hecho de huesos,
Como el TOC TOC de la infancia, madera haciendo sonidos nuevos

Y se mudó de vida, de agujero, de ropa
Se mudó de Yo
Quemó los gamulanes aunque ya venía el invierno
Desnudó el esqueleto y lo dejó sonar
Colgado en la ventana, como un llamador de ángeles, pero de huesos

Se sentó en la vieja mecedora de la abuela y cerró los ojos
TOC TOC de huesos chocando por la brisa
Se levantó y pegó un músculo acá, un cartílago allá.
Se sentó otra vez y al rato pegó los músculos de la espalda y los de las piernas.
Los tensó bien, como cuerdas de una ballesta, para que fueran fuertes y firmes,
para correr y sostener lo que fuera necesario.
Le puso arterias y venas. Y nervios, que fueran muy sensibles.
Y descansó unos días (o fueron años?)

TOC-TOC
Dejó de mecerse y le puso la nueva vieja piel.
Tenia algunas cicatrices y manchas de sol, pero relucía distinto.
Le devolvió los ojos verdes y grandes, que miraban más lejos
Y le improvisó una boca que pudiera besar y sonreir
Se siguió meciendo, y los oídos recién estrenados percibían la madera, el viento y el canto de los sueños.

TOC TOC
Y fue el turno de los órganos.
Pulmones de cálido aliento, corazón de sangre muy roja
Cerebro de claras ideas, útero de fértil amor.
Una brisa más, y dejó de acunarse

TOC TOC
Se desperezó y salió a estrenarse.