sábado, 23 de mayo de 2015

Presencia

Hoy te ví... jugando a saltitos sobre el lomo de un caballo, animal que tanto te gustaba. Tanto, que lo habías elegido como un arquetipo para tus meditaciones de los tiempos difíciles. Mientras jugabas, le limpiabas el lomo con el pico, como un servicio por su mansa diversión.
Al rato me silbaste (bello canto del jilguero!) cuando pasé cargada de ropa para colgar en el fondo... Creí escuchar en el canto un consejo (no vivas tan preocupada!) y una risa alada. Revoloteabas ahí, en tu nido de la palmera, con tu compañero (al fin encontraste uno!)  y unos pichoncitos nuevos.
Más tarde, cuando entré al baño, me croaste y te escondiste detrás del cesto de la ropa sucia; y después, mientras bañaba a mi hijo, trepaste con tus patitas pegajosas a la pared, para observarlo mejor (viste qué grande está?).
No es la vida después de la muerte, es la Vida después de la Vida, en cada cosa que me trae algo de vos...