"...Para conservar su conexión con lo salvaje la mujer tiene que preguntarse qué es lo que quiere. Es la separación de las semillas mezcladas con la tierra. Una de las más importantes distinciones que podemos hacer es la que corresponde a las cosas que nos atraen y las cosas que necesita nuestra alma.
Y eso se hace de la siguiente manera: Imaginemos un bufé con cuencos de crema batida, bandejas de salmón, panecillos, rosbif, macedonia de fruta, enchiladas verdes, arroces, salsa curry, yogures y toda suerte de platos para muchísimos invitados. Imaginemos que la mujer echa un vistazo, ve ciertas cosas que la atraen y se dice: "Me gustaría tomar un poco de esto, un poco de aquello y un poco de lo otro."
Algunos hombres y mujeres toman las decisiones de su vida de esta manera. A nuestro alrededor hay todo un mundo que nos llama constantemente, que penetra nuestras vidas y despierta y crea apetitos donde apenas había ninguno. En esta clase de elección, elegimos una cosa por el simple hecho de tenerla delante de nuestras narices en aquel momento. No es necesariamente lo que queremos, pero nos parece interesante y, cuánto más la miramos, más nos atrae.
Cuando estamos unidas al yo instintivo, al alma de lo femenino que es lo natural y salvaje, en lugar de contemplar lo que casualmente tenemos delante, nos preguntamos: "¿Qué es lo que me apetece?" Sin mirar nada de lo que hay afuera, miramos hacia dentro y nos preguntamos:"¿Qué quiero? ¿Qué deseo en este momento?" (....) Por regla general, la respuesta no tarda en llegar. (......)
Lo que hay en el bufé? Puede que sí y puede que no. En la mayoría de los casos, probablemente no. Tendremos que buscar un poco, a veces durante bastante tiempo. Pero, al final, lo encontraremos, y nos alegraremos de haber sondeado nuestros más profundos anhelos..."
Y eso se hace de la siguiente manera: Imaginemos un bufé con cuencos de crema batida, bandejas de salmón, panecillos, rosbif, macedonia de fruta, enchiladas verdes, arroces, salsa curry, yogures y toda suerte de platos para muchísimos invitados. Imaginemos que la mujer echa un vistazo, ve ciertas cosas que la atraen y se dice: "Me gustaría tomar un poco de esto, un poco de aquello y un poco de lo otro."
Algunos hombres y mujeres toman las decisiones de su vida de esta manera. A nuestro alrededor hay todo un mundo que nos llama constantemente, que penetra nuestras vidas y despierta y crea apetitos donde apenas había ninguno. En esta clase de elección, elegimos una cosa por el simple hecho de tenerla delante de nuestras narices en aquel momento. No es necesariamente lo que queremos, pero nos parece interesante y, cuánto más la miramos, más nos atrae.
Cuando estamos unidas al yo instintivo, al alma de lo femenino que es lo natural y salvaje, en lugar de contemplar lo que casualmente tenemos delante, nos preguntamos: "¿Qué es lo que me apetece?" Sin mirar nada de lo que hay afuera, miramos hacia dentro y nos preguntamos:"¿Qué quiero? ¿Qué deseo en este momento?" (....) Por regla general, la respuesta no tarda en llegar. (......)
Lo que hay en el bufé? Puede que sí y puede que no. En la mayoría de los casos, probablemente no. Tendremos que buscar un poco, a veces durante bastante tiempo. Pero, al final, lo encontraremos, y nos alegraremos de haber sondeado nuestros más profundos anhelos..."
Extraído de "Mujeres que corren con los lobos", de Clarissa Pinkola Estés
3 comentarios:
"Para conservar su conexión con lo salvaje la mujer tiene que preguntarse qué es lo que quiere."
Seguí leyendo pero me quedó eso latiendo. El resto, ni idea. No le pude prestar atención.
Cuando se me vaya de la cabeza, vuelvo y lo leo con atención.
Beso, Waka
Y gracias!
Sabés que cuando leí esta parte del libro, me quedé pensando en lo que hablábamos la otra vez, acerca del deseo propio y del ajeno.
Parece increíble que aún siendo tan "yoicos" se nos haga difícil identificar nuestros deseos/necesidades reales.Por eso a veces me desespero tanto buscando la punta del ovillo.
Para cuando lo leas completo, te cuento que me dieron ganas de probar una comida de elaboración casera, artesanal, que tenga la emoción de la entrada, la intensidad del plato principal y la dulzura del postre, todo en uno. Y no, no está en el bufé. jajaja
Beso Mae
Es el bufé, lo que no podía leer. El ejemplo. Capaz que no quiero ver lo que tengo enfrente, capaz que no quiero ver el bufé.
Me niego a elegirlo porque está frente a mi nariz, porque más lo miro y más me atrae.
El bufé se me antoja una no-elección. No elegís, está ahí para que vos lo tomes. Y por lo que sea que eso causa, lo terminas tomando. Pero no lo elegís, lo tomás porque es lo que hay, porque está en vidriera regalándose para vos.
"Sin mirar nada de lo que hay afuera, miramos hacia dentro y nos preguntamos:"¿Qué quiero? ¿Qué deseo en este momento?""
No sé. Fucking mirada, no sé. Quiero pensar que lo que quiero no está en el bufé, regalándose.
Somos "yoicos" a propósito! Es la única forma de velar lo que nos falta, lo que no está en el bufé pero no sabemos qué es. Porque usamos cien veces por día las palabras "yo quiero" o "yo SOY", pero son la mentira más grandota que nos decimos para no asumir que nos falta algo, que no SOMOS completos. Claro, eso trae angustia, entonces mejor seguimos siendo "yo..." y ni miramos hacia adentro. Total... está el bufé entero para completar todos los "yo..." que se nos antojen.
No te desesperes por encontrar la punta del ovillo! "la respuesta no tarda en llegar" y se muestra sola, sin que la busquemos con el "yo..", una mañana cualquiera en que bajás el ascensor con lentes de sol. Así, sin avisarte, sin que la busques, aparece.
"la emoción de la entrada, la intensidad del plato principal y la dulzura del postre, todo en uno. Y no, no está en el bufé"
Lo suponía... estás mirando para adentro! Eso deja fuera de juego al bufé.
Se entendió? o lo enrosqué todo?
Beso Waka!
PD: tu "comida de elaboración casera" me hizo acordar del tomate. Anotá: hace UNA SEMANA que no como tomate. Eso es fuerte, ya lo leo en todos lados, debe ser abstinencia.
Publicar un comentario