sábado, 27 de septiembre de 2008

Viernes de chicas: "Mujeres que corren con los lobos"

"... El patito feo va de un lado para otro en busca de un lugar donde descansar. Aunque el instinto que nos indica adónde tenemos que ir no esté plenamente desarrollado, el instinto que nos induce a seguir vagando hasta encontrar lo que necesitamos se mantiene intacto. No obstante, en el síndrome del patito feo hay a veces una especie de patología. Uno sigue llamando a las puertas que no debe, a pesar de constarle que no tendría que hacerlo. Cuesta imaginar que una persona pueda saber qué puertas son las equivocadas cuando nunca ha sabido lo que era una puerta apropiada. Sin embargo, las puertas equivocadas son las causantes de que una persona se vuelva a sentir una vez más una proscrita.
Esta "búsqueda del amor en todos los lugares equivocados" es la reacción al exilio. Cuando una mujer recurre a una conducta compulsiva y repetida -repitiendo una y otra vez un comportamiento que no la satisface y que provoca declive en lugar de una prolongada vitalidad- para aliviar su exilio, lo que hace en realidad es causarse más daño, pues no se cura la herida inicial y, en cada una de sus incursiones, se produce nuevas heridas.
Es algo así como aplicarse una ridícula medicina en la nariz cuando uno se ha hecho un corte en el brazo. Las distintas mujeres eligen distintas clases de "medicinas equivocadas". Algunas eligen las que son visiblemente equivocadas como las malas compañías o los vicios Y caprichos perjudiciales o nocivos para el alma, cosas que primero elevan a la mujer y después la derriban al suelo en menos de lo que canta un gallo..."


Extraído de "Mujeres que corren con los lobos", de Clarissa Pinkola Estés

domingo, 14 de septiembre de 2008

El romance del tulipán y la albahaca


En mi ventana, el tulipán y la albahaca, tienen un affair.
Él llegó hace unos días, erguido, sofisticado, insolentemente rojo. Dispuesto a ser el rey de la ventana.
Ella ya estaba ahí, humilde, fresca, aromática, adolescente.
Empezó a mirarlo desde abajo, de reojo, atravesada por su atrevida belleza.
A los pocos días, cuando dejó de sentirse importante, él descubrió la fragancia hogareña y servicial de la albahaca.
Ignoró al cactus que los separa, y ahora la seduce con historias de savia apasionada, mientras ella madura sus verdes aromas penetrantes.
Saben que es un romance de estación, que durará sólo hasta que el verano porteño lo abrase a él y yo la deshoje a ella en mi plato.
Mientras tanto, conviven unidos en fotosíntesis, a partir del mismo sol, el mismo agua y el mismo aire.
Por ahora, orgullosa mi ventana, luce tulipán sonrojado y perfume de albahaca enamorada.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Viernes de chicas: "Mujeres que corren con los lobos"

"...Para conservar su conexión con lo salvaje la mujer tiene que preguntarse qué es lo que quiere. Es la separación de las semillas mezcladas con la tierra. Una de las más importantes distinciones que podemos hacer es la que corresponde a las cosas que nos atraen y las cosas que necesita nuestra alma.
Y eso se hace de la siguiente manera: Imaginemos un bufé con cuencos de crema batida, bandejas de salmón, panecillos, rosbif, macedonia de fruta, enchiladas verdes, arroces, salsa curry, yogures y toda suerte de platos para muchísimos invitados. Imaginemos que la mujer echa un vistazo, ve ciertas cosas que la atraen y se dice: "Me gustaría tomar un poco de esto, un poco de aquello y un poco de lo otro."
Algunos hombres y mujeres toman las decisiones de su vida de esta manera. A nuestro alrededor hay todo un mundo que nos llama constantemente, que penetra nuestras vidas y despierta y crea apetitos donde apenas había ninguno. En esta clase de elección, elegimos una cosa por el simple hecho de tenerla delante de nuestras narices en aquel momento. No es necesariamente lo que queremos, pero nos parece interesante y, cuánto más la miramos, más nos atrae.
Cuando estamos unidas al yo instintivo, al alma de lo femenino que es lo natural y salvaje, en lugar de contemplar lo que casualmente tenemos delante, nos preguntamos: "¿Qué es lo que me apetece?" Sin mirar nada de lo que hay afuera, miramos hacia dentro y nos preguntamos:"¿Qué quiero? ¿Qué deseo en este momento?" (....) Por regla general, la respuesta no tarda en llegar. (......)
Lo que hay en el bufé? Puede que sí y puede que no. En la mayoría de los casos, probablemente no. Tendremos que buscar un poco, a veces durante bastante tiempo. Pero, al final, lo encontraremos, y nos alegraremos de haber sondeado nuestros más profundos anhelos..."


Extraído de "Mujeres que corren con los lobos", de Clarissa Pinkola Estés

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Uno que se delira mal... (pero bien, eh)

(click en la foto para agrandar)

Journey of the wounded healer, Alex Grey, 1984-85

martes, 9 de septiembre de 2008

Historias tuberculosas-2da parte

Historias tuberculosas-1ra parte acá

Hoy me llamó Enrique. Y me acordé de lo que quería seguir escribiendo. Espero encontrar las palabras.

Enrique fue uno de mis pacientes, pero no uno de tantos. Después de su diagnóstico, fortuito y a destiempo, Enrique hizo una elección inesperada, y eso me hizo diferente.
Enrique pudo haberse enojado, quejado, indignado, cuestionado todo. El tiempo, la desidia, el olvido, la irresponsabilidad, la negligencia hospitalaria. Pudo haber demandado al laboratorio, al hospital, a su médica de cabecera, a mí.
Pero Enrique decidió confiar, perdonar, y ponerse en mis manos. Enrique decidió que yo, desde entonces, sería su Ángel de la Guarda.
Una vez curada su tuberculosis (hace ya 5 años), no me dejó salirme de su vida. Y no se salió de la mía. Me rastreó cuando cambié de hospital, cuando me fui a vivir lejos y también cuando dejé la medicina. Finalmente cruzó la barrera de mi contestador y de mi correo electrónico, que llena de mails en cadena que nunca leo, pero que borro con una sonrisa. Cada cumpleaños y cada Navidad, él me llama para recordarme que soy su Ángel de la Guarda.
No parece entender que fue él quien me encontró a mí esa mañana en el hospital. De hecho, ni le importa.
Y acá viene lo extraño. Cada vez que Enrique me llama, no puedo explicar porqué, me pierdo en el recuerdo del primer libro que leí en mi vida, “Luz en la Selva”, de la amarilla colección Robin Hood.
Ese libro cuenta la historia de Albert Schweitzer, teólogo, filósofo, músico y médico, que se recluyó en el África asistiendo por años a la enfermedad y la miseria. Ese libro es de esos recuerdos que se huelen, y tiene olor a vocación.
Y Enrique, cuando me dice: “mi Ángel de la Guarda”, me recuerda a todo eso. Me recuerda a mí.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Lo que soy

Soy lo que busco.
Porque buscar es mi sino, mi necesidad.
Porque buscar me emociona y me retuerce las tripas.
Me obliga y me libera.
Me hunde, me desangra y me recrea.
Busco cazando, pescando y recolectando.
Luciérnagas, huesos y semillas.
Libros, sueños, experiencias
Busco hurgando en el barro con sangre en las uñas.
Busco borracha de olor a jazmines y chupándome los dedos que asaltaron el panal.
Busco en viajes iniciáticos y en el sonido espiritual de los cuencos.
Busco fotografiando el sendero que dejan las hormigas.
También busco en el roble sabor del vino, y en el humo del cigarrillo.
En el sonido sabio de una voz querida.
Y en la templanza de una mirada luminosa.
Busco mirándome al espejo. Y al corazón.
Busco en el cáncer, ajeno y propio. Individual y de millones.
Busco cocinando místicas recetas que nunca quedan bien.
A veces me agoto, me aplasto, me entumezco.
Y resucito para volver al camino, luego de una siesta en el asiento de atrás.
Y sigo buscando. Hasta que encuentre.
Y entonces, seguiré buscando.