A pesar de que odio los balances de fin de año y bla bla bla, voy a hacer uno. Cortito y al pie. Tal vez para darle final no sólo a este año, sino también a este blog.
Está claro que solo lo mantenía porque soy demasiado fiaca para guardar en "favoritos" las direcciones de los blogs que sigo.
También porque está poblado de los comentarios de unas pocas personas a las que quiero/quería mucho. Una de ellas, de una forma u otra, ya no está. Un motivo menos para mantenerlo así, estéril y ocupado de más delirios de los que su título merecía.
Creo en quien dijo que las cosas no son ni buenas ni malas, sólo son. Uno mismo les pone la cualidad positiva o negativa. Así que sólo enumero aquellas cosas más o menos intensas que me sucedieron este año:
-Me mudé a mi nueva/vieja casa. Un regreso raro, a vivir a mi casa de la adolescencia. Cuando fumaba a escondidas en el balcón, nunca pensé que iba a criar a mi hijo entre estas paredes.
-No cambié el auto como esperaba, ni el juego de dormitorio. A cambio, hice una mala inversión económica que voy a tardar tiempo en recuperar.
-Probé unos cuantos trabajos lejos de mi profesión, y descubrí porqué la había elegido en primera instancia. O al menos descubrí que es lo único para lo que soy buena.
-Entendí porqué hay que ponerle límites a los hijos, y estoy aprendiendo cómo.
-Aprendí que la ingenuidad no es una cualidad para quien tiene unos cuantos años e hijos que proteger.
-Viví un delirio inesperado: pasé de tener una amiga casi muerta a tener "solamente" una amiga loca. Fue un duelo diferente, menos trágico al menos. Detalles sólo para guión de película.
Eso es todo.
Mis cariños al gato, viejex, alabelicius, y algún otro que pueda haber pasado por aquí y dedicado tiempo a leerme y acompañarme. Si pasan por aquí antes del 2012, verán estas palabras. Después... quién sabe?
No es el fin del mundo??
miércoles, 28 de diciembre de 2011
domingo, 24 de abril de 2011
sin título
Ya sé que este blog tiene olor a viejo, anacrónico, abandonado, vacío. Tanta vida pasó desde la última entrada, que ni siquiera voy a intentar reconstruirlo, menos aún hacer un "apdeit".
Hay un solo motivo por el que tipeé el nombre del blog en la barra e hice click en "acceder". Un solo motivo por el que desentierro a wakapinka de su sepultura de pañales, cajas de mil mudanzas y carreras cotidianas contrarreloj.
Es porque quiero regalártela a vos, un ratito, de vuelta. A vos que entraste a este blog a compartir un mate y alguna migraña. Y te quedaste compartiendo noches de chat y cigarrillos, fragmentos de libros, historias de amantes, historias de amores, películas oscuras y enormes ovillos de llanto que me ayudaste a desenredar con algún bomb.txt.
Después crecimos, y hoy nuestros entonces amantes ejercen acciones tan poco románticas como necesarias (cambian pañales, sostienen la puerta del baño mientras vomitamos, ofician de informantes semi-autorizados de nuestros problemas). Nosotras dejamos de ser audaces, independientes, suficientes. Yo además dejé de ser flaca, deportista y vegetariana (y de fumar, al menos una buena)
Y siempre seguiste ahí, acortando cientos de kilómetro con cada palabra de un mail o de un txt. Personalmente nos vimos sólo una vez, y dicho de esta forma adquiere una insignificancia desmedida en relación con tu "tamaño" en mi vida. Difícil de explicar, para quienes no entienden de apodos, de cortar palabras, de los aromas de un blog o de las personalidades florales de la gente.
Es por eso que la mayoría de las veces no explico de dónde, ni hace cuánto tiempo te conozco.
Y es por eso que no me fuí, ni me voy a ir, aún cuando me lo pidas. Es por eso que no voy a "respetarte" con mi ausencia. Por eso también "comploto" a tus espaldas con tu amante devenido en hombre de fierro a tu lado. Por eso lloré hasta el cansancio hace unas noches mientras vos, en medio del peligro, soñabas que mi hijo te decía "tres". Y seguí llorando aliviada cuando te las arreglaste para escaparte de la terapia intensiva y hablar por teléfono en el patio.
No necesito explicarte cuánto extraño ser waka a veces. Tampoco necesito explicarte cuánto no lo extraño. Y es un alivio tener a alguien a quien tenés que explicarle muy poco.
Gracias por haber contestado a mi comentario en tu blog aquel día. Gracias por no haberte ido nunca más. Gracias por seguir peleando para estar con nosotros, que te queremos tanto.
W.
Hay un solo motivo por el que tipeé el nombre del blog en la barra e hice click en "acceder". Un solo motivo por el que desentierro a wakapinka de su sepultura de pañales, cajas de mil mudanzas y carreras cotidianas contrarreloj.
Es porque quiero regalártela a vos, un ratito, de vuelta. A vos que entraste a este blog a compartir un mate y alguna migraña. Y te quedaste compartiendo noches de chat y cigarrillos, fragmentos de libros, historias de amantes, historias de amores, películas oscuras y enormes ovillos de llanto que me ayudaste a desenredar con algún bomb.txt.
Después crecimos, y hoy nuestros entonces amantes ejercen acciones tan poco románticas como necesarias (cambian pañales, sostienen la puerta del baño mientras vomitamos, ofician de informantes semi-autorizados de nuestros problemas). Nosotras dejamos de ser audaces, independientes, suficientes. Yo además dejé de ser flaca, deportista y vegetariana (y de fumar, al menos una buena)
Y siempre seguiste ahí, acortando cientos de kilómetro con cada palabra de un mail o de un txt. Personalmente nos vimos sólo una vez, y dicho de esta forma adquiere una insignificancia desmedida en relación con tu "tamaño" en mi vida. Difícil de explicar, para quienes no entienden de apodos, de cortar palabras, de los aromas de un blog o de las personalidades florales de la gente.
Es por eso que la mayoría de las veces no explico de dónde, ni hace cuánto tiempo te conozco.
Y es por eso que no me fuí, ni me voy a ir, aún cuando me lo pidas. Es por eso que no voy a "respetarte" con mi ausencia. Por eso también "comploto" a tus espaldas con tu amante devenido en hombre de fierro a tu lado. Por eso lloré hasta el cansancio hace unas noches mientras vos, en medio del peligro, soñabas que mi hijo te decía "tres". Y seguí llorando aliviada cuando te las arreglaste para escaparte de la terapia intensiva y hablar por teléfono en el patio.
No necesito explicarte cuánto extraño ser waka a veces. Tampoco necesito explicarte cuánto no lo extraño. Y es un alivio tener a alguien a quien tenés que explicarle muy poco.
Gracias por haber contestado a mi comentario en tu blog aquel día. Gracias por no haberte ido nunca más. Gracias por seguir peleando para estar con nosotros, que te queremos tanto.
W.
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